El placer conduce al sufrimiento – la felicidad conduce a más felicidad
Debido a que el placer depende de estímulos externos, estamos siempre aferrados a lo que nos resulta placentero. Ya sea una persona, un objeto o una experiencia que queremos cada vez más. El agarre se convierte en apego, aferrarse lleva al apego, y un apego creciente da lugar a la adicción. Hay algunos placeres que no nos llevan a través de todo este ciclo, pero las circunstancias externas que se han convertido en principales fuentes de placer en el tiempo se convierten en nuestras obsesiones, adicciones y mayores fuentes de sufrimiento mental.
Las experiencias externas están en un estado de constante cambio. No podemos controlarlos. Por mucho que podamos tratar de arreglarlos y poseer su “placer” no tendremos éxito. El esfuerzo para unirse a las circunstancias externas como una fuente de placer sin fin es agotador. Nos esforzamos más y más para poseer y defender nuestras fuentes de placer. Con el tiempo nos desilusionamos, experimentamos la pérdida, e incluso podemos enojarnos y resentirnos. Pero este patrón habitual sigue reproduciéndose. Es un patrón de callejón sin salida.
De esta manera, el ciclo de ansia, apego, apego y adicción siempre conduce a la insatisfacción, la ansiedad, la desilusión y el sufrimiento. Este es el mayor problema que enfrentamos con el placer persiguiendo. No podemos atraparlo y sostenerlo. Se convierte en una persecución de por vida. Es como si estuviéramos en una cinta de correr cada vez más rápido pero nunca llegando a nuestro objetivo. Y porque persistimos en nuestra creencia de que el placer es lo mismo que la felicidad, no podemos redirigir nuestros esfuerzos en la dirección correcta.
A diferencia del placer, la felicidad es estable. Está innata y permanentemente presente en la mente sana y en el corazón abierto. No necesita ser buscado ya que siempre está ahí. No podemos perderlo. Sólo podemos olvidarlo. La felicidad auténtica sólo conduce a más felicidad y nunca a los sufrimientos y aflicciones que son un compañero constante de la búsqueda externa del placer. Esta es la cuarta manera en que la felicidad difiere del placer. Comprender esto es minar aún más la ilusión de que son lo mismo.